Entrevista a Raúl Herrero en La Galla Ciencia






¿De qué le salva la poesía?

En todo caso, la poesía me condena. La poesía es maldición no bendición. Aunque en el trasunto de la realidad, o de lo que nosotros creemos la realidad, se penetra mejor con el don poético, que no es otro que el de la videncia y la sublimación de contrarios coagulados en un solo gesto. En primer lugar, la poesía me ha concedido la posibilidad de ser un inadaptado, un clochard, un outsider; una intimidación que se acrecienta en mi complacencia por los heterodoxos más ortodoxos de la literatura: benditos, santos, locos, vanguardistas sin camisa ni etiquetas, los más salerosos y avezados del lugar; lo que no es tradición es traición (a menudo se confunde la tradición con el folclore, que es su reverso tenebroso). Ahora bien… mi gata, doña Concha, con la que mi familia y yo compartimos vivienda y “proyecto de vida” (como dicen los más horteras de la villa), me rescató de las garras y arañas de la muerte una noche. El animal me despertó saltando sobre mi vientre, en mitad de un mal sueño que se tornó vomito afinado y desmesurado; de no haberlo hecho probablemente hubiera cruzado el umbral asfixiado en mi propio descomer, como una estrella de rock (lo que es una vulgaridad). Por eso, y por muchas otras cosas, dedico a mi gata doña Concha mi último poemario publicado, hasta la fecha, no sé hagan ilusiones, Te mataré mientras vivas y otros poemas (Coronación supersónica), cuya manifestación material ha tenido ha bien producirse en Pregunta ediciones. 
¿Un verso para repetirse siempre?
Lo tengo difícil. Muchos me vienen a la mente durante el día, la noche y la inmediatez. Pero hay uno de mi maestro Antonio Fernández Molina que vuelve a mí a menudo: «Cada día que pasa el tiempo pesa», pertenece a su libro Platos de amargo alpiste, publicado en 1973.  También recuerdo a diario el poema “Cristo Cristal”, de Juan Eduardo Cirlot.

Puedes leer la entrevista completa en el siguiente enlace:

Comentarios

Entradas populares