Raúl Herrero. Antología IX. Bolol (y ningún otro poema) 2ª edición






Antología poética -en línea- de Raúl Herrero, IX

En el año 1998 publiqué la segunda edición de Bolol (y ningún otro poema) y el poemario (La voz de su amo). Del segundo título escribiré en la próxima entrada. La segunda edición de Bolol se presentó en la Biblioteca de Aragón de Zaragoza de la mano de mi maestro Antonio Fernández Molina y el actor formidable Marcos Agón. Tras tan magno evento regamos, los tres amigos, la hazaña con caldos de la tierra. Molina y Agón me firmaron en la etiqueta de la botella de vino que bebimos juntos. En esta nueva edición, además de corregir algunas cosas de la desastrosa primera, añadí nuevos poemas relativos a mi infancia, a lo que invitaba, sin duda, el título del poemario, por motivos que ya expliqué anteriormente. Para la entrada relativa a esta segunda edición he seleccionado dos poemas de entre los doce redactados y escritos en 1998.

∞ + Ω

El ángel, con rostro triangular
y labios de hueso,
nos contempla desde la ventana
que supura sangre humeante de ternera.
Mi abuelo, con las manos apoyadas en la nuca,
entona canciones de cuadras y palomas;
mi abuelo con alas en lugar de brazos.
En la cocina chillan los huevos con ojos
desde la sartén donde se fríen
engalanados con aceite de espesa nieve.
Un reloj, heraldo del invierno,
tirita desnudo sobre baldosas pesadas.
El desayuno corre por la mesa
construida con carne de pan.
En la habitación regada por espejos
un hombre prepara su hato
tensando y destensando cuerdas.
Los pasos de mi abuela interrumpen
el silencio hierático del pasillo,
cuyas paredes se derrumban
y levantan a placer.
El pavo, habitante de la bañera,
habla con la mañana,
se acicala con abundante colonia y
se peina con raya en medio.
Las llaves rechinan dentro de mi sueño
y, en la calle, hombres y animales
se envalentonan con los orinales.
Muertos con sonrisa de payaso
sobre la sábana de camas deshechas.
La vida está acostada
sobre el hornillo.
Las gallinas,
de yugular rasurada,
dibujan en el suelo
visiones del Juicio Final.
Mi abuelo abre la ventana.
Entra la niebla,
el ángel sale.


Poetry experience

Todos los días deseo la muerte
y te deseo a ti.
Ordeno los frascos de la alacena,
abandono el grifo abierto,
no me afeito
y duermo entredientes.
¿Qué madrugada me devolverá
a mis muertos?
El desagüe repite
su danza circular.
¿Hoy la vida me traerá aceite,
parches, aire, neumáticos, bujías,
tren de lavado, molinillos?
¿Me traerá barquillos?
Hago como si no me viera,
repudio de las imágenes
que en la iglesia venden de mí.
Solícito solicito silencio,
me bajo del pantalón la cremallera.
Líquida luz amarilla.
Me encuentro reflejado en la orina
mientras pienso:
«Mira, mira,
parece que ya te revientas».
La cadena tira de sí
y desaparezco sorbido por la gigantesca
mandíbula de la muerte.

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