Motivos de tristeza, (y XX)




Motivos de tristeza




XCVI 
En aquel pueblo todo sucedía muy de tarde en tarde. Las viudas suspiraban hastiadas sobre el té que les servían sus hijas, recatadas, con un lazo en la cabeza y zapatos casi invisibles, ¡tal era su pulcritud! Los gallos en el corral leían la prensa y olvidaban pronunciar su discurso al amanecer. Los hombres acudían a labrar la tierra. Sin embargo, como los frutos les salían al encuentro, los lugareños ocupaban más tiempo en la siesta que en el trabajo. Los niños jugaban lanzándose piedras por las empedradas calles, pero como en ese pueblo las heridas, una vez comenzaban a florecer, se volvían sobre sí mismas hasta cerrarse en pocos segundos, el entretenimiento carecía de alicientes. Al atardecer la mayoría de los paisanos se sentaba a escuchar a sus mayores, que evocaban aquel día en que un pastor trashumante se equivocó de camino y pasó por el lugar con su vaca. Todos gritan y lloran de emoción en el momento culminante del relato: “Entonces el animal se desprendió de un enorme excremento junto a la fuente de la plaza mayor del pueblo”. Para los ancianos, el recuerdo de aquel suceso, que destrozó por unos momentos la idílica monotonía de sus vidas, era motivo de nostálgica tristeza. 



XCVII 
“Gracias a la mentira adquirí toda mi fortuna”, pensaba el pequeño escarabajo que empujaba, un día tras otro, una enorme esfera de mierda. Al verle, el resto de los insectos exclamaba: “¡Qué escarabajo tan capaz! ¡Cuánto habrá trabajado para conseguir una esfera tan inmensa y tan redonda!”. “Mi amada fortuna, mi amada pelota, la obtuve robando a los que ocultaban sus excrementos bajo las patitas, o bajo sus húmedos culos”, respondía el insignificante escarabajo durante los escasos momentos de honestidad que todavía flaqueaban en su cabeza oscurecida. “¡Es un espejo para nuestra sociedad, un hombre que lo ha sacrificado todo para alcanzar la inmundicia!, se decían entre sí los habitantes del hormiguero y las arañas espías. Una tarde de verano, cuando el sol calentaba con delirante equilibrio, la enorme esfera de mierda que había atesorado el escarabajo se deshizo sobre su insignificante cuerpo. El animalito murió extasiado y ahogado en las excelencias de su propio trabajo. Para la comunidad, que le consideraban un ejemplo de virtudes, la noticia fue motivo de tristeza. 



XCVIII 
"Te quemarás en los fuegos inextinguibles.
Arderás en las noches incendiarias y frías.
Te acosarán los temblores, los diablos y las cavidades
jugosas, sedosas, amables, como la ganzúa del escorpión.
¡Arderás tanto en la llama que tú mismo serás fuego!". 
Mientras el vanidoso pronunciaba estas amenazas su ropa prendía, el fuego le consumía la voz, su rostro ardía… Para el justo, que soportaba las asechanzas del vanidoso, la contemplación de la grandiosa fuente de fuego era motivo de tristeza. 


XCIX 
La calabaza asumía su condición de tal, por eso sonreía desde el porche de la puerta, con la cavidad de la boca creada a navajazos. Durante la noche, la calabaza, musitaba la canción “Dixie” con voz queda. Con los restos que le extrajeron de la cabeza, la madre de familia cocinó una compota dulcísima, que los vecinos envidiaban. Entretanto, la calabaza bizqueaba con el grito inocente y mudo del reproche. Cuando la fiesta hubo acabado la familia olvidó a la calabaza en un cubo de basura, junto al confeti pegajoso, y los refrescos y los caramelos que ya no endulzaban, porque apenas quedaba saliva en las bocas de los comensales para acariciarlos con la dentición. La calabaza quiso colgarse de una soga, pero le faltaban manos y brazos. La calabaza tenía tanto qué decir, tantos pequeños detalles había observado en las cotidianas bajezas, que podía ofrecer una solución para casi todo. La calabaza, putrefacta, en el cubo de basura, no fue motivo de tristeza para la familia, que ya andaba muerta desde hacía largo tiempo.


FINE



Con este capítulo finaliza el libro "Motivos de tristeza" que aquí queda para disfrute de animales, personas o cosas.


Nota de Jesús H. Angulo, administrador del blog: Con este breve cuento un 7 de marzo del año 2009 daba Raúl Herrero por terminada la serie “Motivos de tristeza”, que se publicó originariamente en su propio espacio personal (http://raulherrero.blogia.com/) . Durante las útimas semanas el autor nos ha trasladado una versión actualizada y corregida, salvo error u omisión, de estos relatos, en especial para su publicación en  este blog dedicado a su figura. Ahora, el que esto suscribe se tomará unos días de vacaciones, y en septiembre volverá con el deseo de seguir aumentando el contenido de este espacio. Para entonces espero haber acordado con el autor, al que está dedicada esta plaza, nuevas publicaciones para estos muros. Gracias a todos por su atención. El administrador del blog les agradecerá toda sugerencia que les parezca oportuna sobre el contenido del mismo. 

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