Raúl Herrero: Antología I (El testamento de los dioses)

Antología poética -en línea- de Raúl Herrero, I

A petición del administrador de esta página, el que esto suscribe, Jesús H. Angulo, servidor de Dios y de ustedes, el poeta, editor y mil cosas más Raúl Herrero (director de Libros del Innombrable) ha aceptado la publicación de una pequeña antología poética de su obra en este medio. Aunque, en un primer momento, Raúl Herrero declinó nuestra invitación, el resultado de las primeras entradas en este blog, dedicadas al aniversario de Fernando Arrabal, y al libro seleccionado por Herrero Arrabal 80, le hizo cambiar de opinión.
Ya puestos al autor le hemos pedido unas líneas de introducción a cada una de las entradas. Raúl Herrero nos ha pedido acometer esta antología en línea por orden de publicación de las obras. “Ya que mis primeros poemarios se encuentran agotados en su mayoría, y hasta descatalogados”, nos cuenta Raúl Herrero, en conversación electrónica. Sin embargo, de momento, prefiere que no se incluya en la antología en línea ningún poema inédito, o de libros todavía sin publicar o en prensa. Por tanto, en cada entrada se incluirá un poema, con un breve comentario del autor, así como con apreciaciones sobre el libro al que pertenece, cómo se publicó y otras cuestiones. Sin la ayuda de Raúl Herrero, al que está dedicado este blog, el mismo no tendría sentido. Iniciamos, por tanto, el que esperamos sea el primer proyecto de otros muchos. Por último esperamos que este trabajo sea del gusto de todo el que decida pasarse por aquí.

Jesús H. Angulo

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Agradezco a Jesús H. Angulo, director de la revista "El perro blanco", su oferta y confío en que este blog sea un soporte que ayude a "desfacer" la ceremonia de la ocultación que, en ciertos cenáculos, brindan a mi obra.
Comenzaremos con el primer libro que di a la imprenta, decir que lo publiqué tal vez sea mucho. Corría o pasaba o se relajaba el año 1991, finales de año. Mi yo adolescente recorría la calles de su ciudad natal con una caja que contenía todos los ejemplares de este volumen con un puñado de poemas con abundantes erratas y fallos, en este caso incluso más de lo habitual en mí. De este mi primer  libro, titulado El testamento de los dioses, en mi antología El mayor evento (1989-2000) se decía lo siguiente: “Primera y primeriza publicación que, en edición de autor, brotó espontáneamente en 1991. Se reeditó con ciertas modificaciones en el volumen Los puntos cardinales (El gran parnaso, Zaragoza, 1996). Ahora lo reescribiría y eliminaría casi el total de las dedicatorias añadidas en la segunda edición. Los poemas proceden del intervalo 1989-1991”. Y nada añado a esos detalles. De Los puntos cardinales escribiré cuando llegue el momento.

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Tras varios años garabateando versos me decidí a entregar algunos a la imprenta. Y así fue, tomé los últimos poemas del momento, añadí dos ó tres de mis preferidos, de los miles que escribí durante la adolescencia, los reuní en unas cuartillas, y me puse en manos del impresor. El linotipista hizo lo que pudo, al igual que yo mismo, que fue más bien poco; el resultado un libro con diversas tipografías, sin  páginas numeradas, pero con un papel color hueso que he mantenido incluso en Libros del Innombrable. La publicación de ese libro, sin ISBN, en principio sin depósito legal, si bien el impresor corrigió este error en el último momento; este poemario, decía,  me presentó en mi instituto como un adolescente con un libro publicado y, por tanto, raro.
En la portada del libro, en un rasgo de sencillez, me decidí por incluir el símbolo del legendario del "om". Y, por si esto no fuera suficiente, dividí el libro en tres partes, siguiendo los tres templos que presenta el sabio Sarastro a los iniciados de la ópera de Mozart La flauta mágica. Algo, como verán, nada pretencioso y de lo más natural.  El librito lo presenté durante el año 1992 en diversos lugares de ciudad, así como en mi instituto. Ahora mismo no sé a ciencia cierta qué tipo de ideas expuse en tales presentaciones, pero imagino que serían de lo más iconoclastas, sobre todo si recuerdo que tenía entre mis consejeros espirituales a dadaístas y surrealistas. También la aparición del paupérrimo grupo de hojas suscitó la envidia de algún profesor, algo pueril e incomprensible para mí todavía a día de hoy. Las presentaciones de este libro me llevaron a cinco años de recitales en bares, colegios, centros diversos, acompañado por dos poetas que, en un primer momento, decían no ser actores y que, por tanto se negaban a declamar sus textos, pero que, pasado el tiempo, decían ser actores y no sé  si poetas.


No tendría más de catorce años cuando escribí el poema con el que abro fuego en esta antología. No lo incluyo porque lo tenga en gran consideración o estima, sino a modo de curiosidad. Era el poema con una fecha de redacción más antigua del libro El testamento de los dioses, por extensión el poema más añejo de los que conservo. Los demás poemas de ese tiempo los quemé siguiendo un ritual ya clásico entre los poetas. El poema titulado "Es tarde" se incluía en un tríptico con el sencillo título de “Trilogía (incompleta) de la melancolía de escarcha”. En fin, cosas de la adolescencia y su malditismo. La influencia de Lorca y de su poema "Gacela de la muerte oscura", del poemario Diván del Timarit resulta evidente: “Quiero dormir un rato, / un rato, un minuto, un siglo; /pero que todos sepan que no he muerto…”. Espero que el lector sepa disculparlo.




ES TARDE


Ya no se escucha
al frígido hijo del dolor.
Un cometa.
(Sobrevive un cometa).
Volver al mundo sucio
inundado de humo y barro.

(No quiero sonidos ni voces.
No deseo.
Tarde para volver.
El doble lago del edén).

Dejadme olvidado,
sin mirarme,
durante un segundo, un tiempo,
un aire, un mes.
Impedid las despedidas,
dejadme un tiempo, un aire,
¡en el aire!...

Es tarde, tarde.
Tarde para resucitar,
tarde o los minutos
caídos como hermafroditas impotentes,
llegar al inmenso vacío...

Raúl Herrero


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